Nota de Prensa

Podemos hacer frente a las tareas más difíciles": el director del centro Gamalei - sobre la vacuna contra la COVID-19 y sobre los inmunólogos rusos

Durante unos 20 años, los inmunólogos nacionales han estado trabajando en la tecnología mediante la cual se creó en Rusia la primera vacuna del mundo contra el coronavirus. Así lo afirmó en una entrevista con la RT Alexander Gunzburg, director del centro N. F. Gamalei. Según sus palabras, el desarrollo de la vacuna se llevó a cabo siguiendo un procedimiento acelerado, pero sin reducir el número de estudios de control que demuestran su seguridad. Gunzburg subrayó que no se observaron efectos secundarios en los voluntarios en los que se probó el fármaco.

- La necesidad urgente de una vacuna, originada por la crisis y por las infecciones, conlleva un plazo ajustado para las pruebas- esto ha provocado algunas críticas por parte de colegas de otros países. ¿Hasta qué punto podemos estar seguros en este momento de su eficacia y seguridad?

- Todo lo que se hizo con respecto a la creación de este medicamento, fue estrictamente realizado de acuerdo con la legislación rusa, que en realidad regula todo el proceso de desarrollo de medicamentos y vacunas, especialmente en situaciones de emergencia. Y en este caso, la situación es de emergencia, porque vivimos una pandemia y debemos protegernos de esta infección, bajo cuyos efectos se encuentra el mundo entero.

Hasta la fecha, alrededor de 800.000 personas han muerto a causa de esta enfermedad. Lamentablemente, cada vez aparecen más publicaciones que dicen que las personas la padecen con graves consecuencias, en particular de carácter neurológico y que, con el tiempo, como entendemos perfectamente, llevará a una determinada discapacidad. Estas secuelas, Dios no lo quiera, acortarán la vida de aquellos que han enfermado. Y que aquellos que la han sufrido de forma leve, por regla general, carecen de protección e inmunidad a esta infección a largo plazo.

Por lo tanto, este medicamento se ha desarrollado en base a estas premisas, de acuerdo con, repito, la resolución 441, lo que le permite reducir significativamente el tiempo para crear un medicamento y de ninguna manera reduce el número de procedimientos de investigación de control, dirigidos a probar su seguridad.

Este reglamento permite realizar una serie de investigaciones de forma paralela, pero de ningún modo obvia ninguno de los estudios. Por tanto, por un lado, este hecho puramente normativo permitió reducir el tiempo de desarrollo.

Al mismo tiempo, como he dicho muchas veces, la vacuna no se creó desde cero. Aunque se desarrolló en cinco meses desde el momento de recibir la asignación estatal hasta el momento del registro, antes de eso toda una generación de biotecnólogos, virólogos e inmunólogos, en gran parte bajo la dirección de Boris Savelievich Naroditsky, que trabaja en nuestro instituto como jefe del departamento, había estado trabajando durante más de 20 años para crear la tecnología con la que se creó esta vacuna. Y por lo que recuerdo, al menos seis preparados más de vacunas de las cuales tres están ya registradas y mostraron su total seguridad.

Por lo tanto, hasta la fecha un total de 3.500 personas han recibido este preparado de la vacuna sin mostrar efectos secundarios. Salvo aquellos que suelen darse con cualquier vacuna, es decir, un ligero aumento de temperatura, que desaparece con un comprimido de paracetamol.

- Cuando usted y su equipo trabajaron en esta vacuna, ¿tuvieron la sensación de estar participando en algún tipo de carrera y querían ganarla?

- Sabe, no había en absoluto tal sentimiento. El único sentimiento era la necesidad de protegernos a nosotros mismos, a nuestros familiares y a nuestro pueblo, y cumplir la tarea para la cual se nos concedieron los fondos. Lo único, había cierta sensación de que había que atraparlo y eliminarlo, como le sucede a cualquier profesional "cazador de microbios". Sí, teníamos esa sensación.

- Ya ha empezado a hablar de cómo Rusia consiguió adelantarse a otros países en la creación y el registro de una vacuna contra el COVID-19. Ha dicho Usted que comenzaron a investigar antes. ¿No llevan a cabo otros países este tipo de investigaciones? ¿Cómo hemos logrado adelantarnos a otros países? ¿Porque teníamos una mejor investigación? ¿O es que era más completa?

- Naturalmente, en muchos países del mundo se están realizando estudios similares. Pero la escuela soviética y nacional de inmunólogos, vacunólogos, personas que se dedican al desarrollo de vacunas, es muy importante. Poniendo como ejemplo nuestro centro, cuatro generaciones de científicos están trabajando ahora en nuestro instituto. Estoy muy orgulloso de ello. Por lo tanto, los conocimientos se transmiten no solo a través de papel y medios electrónicos, sino también simplemente de boca en boca.

Los jóvenes vienen a mí con una pregunta. Yo, como en cualquier caso conozco bastante bien a todo el personal científico del instituto, digo: "Pregunte sobre esta cuestión a Natalia Nikolaevna Kostyukova". Natalia Nikolaevna tiene 95 años, pero conoce a la perfección un montón de agentes responsables de enfermedades infecciosas. ¿Y quién mejor que Natalia Nikolaevna puede explicar a los jóvenes lo que ya se ha hecho, y los más mínimos matices y propiedades de este patógeno, y la reacción de nuestro cuerpo a este agente? Es una persona que ha dedicado toda su vida al estudio de este microbio. Y en ningún libro de texto encontrará una respuesta tan completa como la que podrá obtener, por ejemplo, de esta empleada.

Lo mismo sucede con Félix Ivanovich Ershov. Quién mejor que él puede decir cómo reaccionará el sistema inmunológico a un determinado inmunomodulador. Se trata de la persona que creó prácticamente todos los inmunomoduladores modernos y lo sabe todo sobre ellos. Y también hay una docena de científicos muy respetados que trabajan en nuestro instituto, sin mencionar además las próximas generaciones de especialistas.

Por otro lado, hay un crisol muy amplio de especialidades. Tenemos pues una institución excepcional. Y es bastante difícil encontrar un centro de este tipo en el que se trabaje simultáneamente sobre cientos de modelos bacterianos y sobre cientos de modelos virales de agentes de enfermedades infecciosas. Al mismo tiempo, el abanico de intereses de nuestro centro es muy amplio. Empezando por los modelos matemáticos, la ecología, la epidemiología, la inmunología, los mecanismos patogénicos e incluyendo la producción de diversos fármacos inmunobiológicos. Todo esto se encuentra en un solo lugar. Esta fusión da origen al equipo que puede hacer frente a las tareas más difíciles.

- Resulta que por algo Rusia está siempre a la vanguardia de la lucha contra diversas epidemias, pandemias, virus. Este mismo ejemplo lo tenemos cuando Rusia creó una vacuna contra el Ébola. ¿Se utilizó en aquella ocasión la experiencia para crear esa vacuna?

Sí, evidentemente. La vacuna contra el virus del Ébola es una de las que se crearon sobre la base de una tecnología universal. Está basada en aquella misma tecnología utilizada para desarrollar vacunas contra el COVID-19. Y sin duda, toda la gran experiencia empleada para crear esa vacuna no solo fue útil, sino que en muchos aspectos se trasladó, concretamente hablamos de las dosis de inmunización para animales y para humanos. Aunque por supuesto todo esto fue verificado con anterioridad, también lo hemos verificado específicamente en este caso. Aquí no hubo ningún momento de prospección o de rastreo.

Ya conocíamos las concentraciones virales que hay que inyectar tanto en ratones y monos como en humanos. Entonces, conocíamos todas las particularidades del preparado. Significa que conocíamos a fondo la composición necesaria que debía agregarse para estabilizar este fármaco. Todos los matices.

Por eso la respuesta a su pregunta permite también explicar por qué fue posible crear esta vacuna en tan poco tiempo.

El conocimiento sobre el virus del Ébola no fue lo único que nos ayudó mucho. En el momento en que estalló la epidemia de COVID-19, estábamos trabajando en el desarrollo de una vacuna contra el MERS. El MERS también es un coronavirus. Por cierto, bastante más letal que el COVID-19, ya que su letalidad es de hasta el 40%. Y hemos avanzado en estos trabajos, de hecho, hemos completado la segunda fase de ensayos clínicos del MERS. Y el MERS posee una homología del 80% con el COVID-19. Por tanto, teníamos en nuestras manos todo el mecanismo metodológico. La secuencia requerida en lo que respecta al COVID-19, que es un 20% diferente al MERS, debe sintetizarse e introducirse de hecho en las mismas estructuras o portadores que ya hemos utilizado para crear la vacuna frente al MERS. Y en este caso ya conocíamos bien todas las concentraciones y dosis.

- Ya se ha anunciado que la inmunidad de esta vacuna es de unos dos años. La vacuna probablemente funcione de manera diferente en cada individuo. ¿Qué es lo que determina esta cifra de dos años?

- Hasta el momento ha sido determinada por la experiencia de trabajo con la vacuna contra el virus del Ébola, donde tuvimos la oportunidad de observar a los vacunados durante dos años en el marco de la misma orden que recibimos en su momento del Gobierno para trabajar en la República de Guinea. Y recuerdo que allí, en dos mil pacientes y durante dos años, pudimos observar el efecto de esta vacuna. Y efectivamente, los anticuerpos protectores, los títulos de anticuerpos persistieron a lo largo de dos años.

Dado que la plataforma tecnológica que se usó entonces y la que se ha usado ahora para el COVID-19 es en realidad la misma, también asumimos que el efecto de esta vacuna, en la variante de refuerzo que usamos, también será de al menos dos años. Naturalmente, con el transcurso del tiempo monitorizaremos el nivel de inmunidad protectora y con su ayuda informaremos sobre ello a la opinión pública.

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